20.11.10

Now roll kid, rock your body off!


You’re something like a phenomena, something like an astronoma.
Don’t fall asleep with a murderer, she’ll make you sweat in the water.


Se me ocurrió tarde guardar el blog viejo con la plantilla antigua (que era MUCHO mejor, suck it blogger!!) así que en despecho reinaguro una nana en un campo de manteca dos punto cero. Ohsi.
Hoy fui al tigre, al boat-park, a visitar el barco de mi abuelo "Safalulu" (bautizado por Santiago, Facundo, Luciana y Luca, mis primos, yo y mi hermano). Al que más tarde se le agregó el "Mabelou" (por María, Belén y Lourdes, mis tres primitas), un bote de remo. Lamentablemente Sixto se murió antes de concretar una lanchita al menos, con los nombres de Tadeo y Martina.
Qué se yo. Hace años no iba.
El barco, lo construyó Él con sus propias manos, ayudado se sus hijos. Y lo largamos al agua en septiembre del '97. entre botellas de champagne, familia y amigos. Fue lindo. Para ese entonces, mis abuelos pertenecían a un grupo de amigos que permaneció unido toda la vida, hasta el día de hoy.
Y cada pareja tenía su barquito. eran de esos grupos de viejos que se juntan a hablar asquerosidades, reírse a carcajadas, atragantarse con asados y vino y burlarse de la juventud que no envidiaban. Asistir a un almuerzo de ellos era una delicia, entre la comida y los "viejitos adorables".
Todos los domingos al boat-park. Era obligación. Todos los Tomada, todos los Chiviló, todos los Padelín.. etc. Y así, cada parejita de viejos y toda su prole, para un super asado masivo comunitario entre los barcos. Y a la tarde, todos los chicos arriba, que el Safalulu daba una vuelta de cortesía por el río.
Qué se yo. Yo tenía la imagen de un barco imponente, blanco como la nieve y que surcaba el agua a velocidad luz.
Hasta que llegué y me di cuenta de que el tiempo y los encargados
de limpieza habían dejado que mi más preciado recuerdo se hundiera en el musgo y el polvo. Dejando a la vista un barco de dimensiones normales, con la cubierta gris y manchones de verde. Un asco.
Lo último que retenía de eternos fines de semana, y un hermoso pasado, abandonado frente a un muelle resquebrajado. Y si, el barco debe de haberse muerto con mi abuelo y jamás volvió a ponerse en marcha.
Entré sometiéndome al aire embotado y húmedo de un departamento para dos personas flotante, con decoración de los '90 y los vestigios de una vida detenida en el tiempo. Chombas viejas, un par de alpargatas y varios gorros de capitán, entre un teg, un tejo y fichas gastadas de dominó. Todo tal cual lo vi la última vez, pero más muerto.

Aún así, todo tenía un halo de irrealidad y pasado esquivo delicioso. Que me hizo querer volver a restaurarlo la próxima semana. Que si lloré? Una sola lágrima, cuando encontré en un cajón un abanico mío, que nos peleábamos por usar en verano.
Yo no puedo explicar bien lo que significó para mí el reflote del Safalulu esta tarde. Y sobre todo, encararlo sola. Solo espero que quien tenga tiempo de leer esto, sepa que esta tarde algo de mí se murió para dejarle vida al pobre barquito. Un ideal antiguo quedó resumido a eso, para que yo pueda de ahora en más encargarme del mantenimiento del modelo real, y que de ahora en más le sirva a otro para construir un nuevo futuro pasado que añorar y evocar en los ocasos de melancolía. Y que entienda (el lector) que solo quise descargarme refugiándome en la impersonalidad del blog. Pienso convertir este en una bitácora de mis rutas, y nada más.



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