18.9.11

La cuenta decía 102 pe. Me dió dos billetes de 100. En serio? En serio hijo de puta? Y dejó dos de propina. Me lamento muy tarde de no haberle escupido nada, pero está todo bien. Qué se yo, es demasiado temprano, viste?
No esperaba tanto de la noche, y cuando me acosté a las 8.30 me las vi negras. A las 10.30 sonó el teléfono.
Se que no hablé, fue más bien un gruñido cavernoso que salió desde algún lugar desconocido de mi garganta. Perdón, perdón, perdón Lu! Te desperté? Mmmmmmmmmmno. Podés venir? Me siento muy mal, por favor. A qué hora? Ahora. En 30 estoy.
Mentira, pero aún así llegué antes de las 12. Cuando saludé a las chicas de la cocina una soltó un epa! noche difícil?. Gruñido.
Al rato llegó Caromiau, TARDE. Venía ofreciendo un jugo loco que le había sobrado de la noche. Desayunamos? Dale. No tenés cara de sobriedad. Y vos estás drogada, pelotuda. Si. AJAJAJAJJAJA.
Pepita la pistolera.
En el bar son todos así. La cosa detrás del mostrador es rara.
Me río mucho, mucho, mucho. Hasta no saber de qué me río, si me río yo, si se ríen ellos, si se ríe el café rico ese. El ojo abierto porque siempre alguien te quiere cagar. El secreto está en la camaradería. A mí me respaldan Caromiau y Tatoloco.
La cuenta dice 51. Cobrate 52. AYYY, pero QUÉ ALMA GENEROSA!
Está todo bien. Es temprano, le echo la culpa al café.
El laburo me gusta. La comida es rica, me paga los vicios y escuchamos buena música. Cuando ya no hay nadie el local es nuestro reino.
Guarda igual, porque las cocineras son temperamentales. RECOMENDACIÓN, no devuelvas un plato. Por nada del mundo.
Qué se yo, yo para que no pasen un mal rato...